17 diciembre 2010

El otro

Tengo días tratando de escribir este post, este pensamiento. Digamos, hoy es el día - madrugada y sin borradores.


Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela.

Sí, las capitales tienden a ser agitadas, a tener un ritmo rápido, a que la amargura se apodere del ser y la rabia se cuele hasta en el saludo. Pero, ¿dónde queda la gente que aún manteniendo su mejor sonrisa, respirando para no contestar mal y que decide vivir con ánimo su día a día? Sé que existe millones de esos venezolanos, existen muchísimos que no se entregan al desorden y al sin sentido que es este país y sus gobernantes.

Mi intención con este post es honrar a los miles de rostros sin nombre que viven sus días tratando de llegar a sus casas, que pasan más de 8 horas diarias trabajando y buscando -honesta e íntegramente- cómo mejorar su calidad de vida y la de sus familiares en un país que carece de calidad de vida, principalmente porque una vida puede valer menos de Bs.100.

Creo existen millones de venezolanos capaces de reconocer a baja, mediana o alta escala el estado actual del Estado, lo mal que estamos; que pueden ver cómo el país se desmorona rápidamente, mes a mes y cadena a cadena; que se enfrentan diariamente a la dejadez en los servicios, y cómo la frustración y la desesperanza puede ganar la batalla cuando no se obtienen respuestas de ningún tipo por parte de autoridades, instituciones, encargados, etc., tanto de entes privados como públicos.

Quiero decir que no es fácil protestar y luchar por un país cuando las necesidades básicas no están cubiertas y las preocupaciones se adueñan de la mente. Mientras para algunos es fácil hacer esto y lo otro, llegar a tal y cuál sitio, comprar tal y tal cosa, pagar tanto por una comida, pensar de cierto u otro modo, para otros, para un GRAN OTRO, eso simplemente puede ser inaccesible y aparatoso.


Pido tener la suficiente conciencia e inteligencia para siempre poder cuestionarme el lado que no veo, el cómo es de esa realidad y de esa forma no juzgar; imaginar cómo sería, y si es posible, conocerlo para entenderlo a profundidad.

Sinceramente quiero dar mucho más por mi país, me reprocho el no hacerlo, el haberlo dejado de hacerlo de una forma más activa. Ahora solo soy una "buena" ciudadana, trabajadora y honesta que odia que sus preocupaciones la desactiven. Es la batalla de yo con con mi yo colectivo.

1 comentario:

Federico Santelmo dijo...

Es la batalla de todos los que amamos a Venezuela contra todos los que queremos desarrollarnos como persona, como profesionales, como humanos.

Mi vida puede tomar 2 caminos diametralmente opuestos: o participo de manera activa en construir un cambio para el país, o busco el nivel más alto de mi carrera profesional. Y no soy yo, hablo de la juventud graduada del país, preparada y con muchas herramientas para ambos caminos. Llega un punto en donde hay que hacer la elección. ¿Cuál será?