31 agosto 2010

Caída Libre

Mis primeros escritos en este blog tienen una sombra que no me caracterizan pero que sí me pertenece. Ella vive conmigo y de vez en cuando se deja ver. Pero hoy, ganó la luz.

Gana la luz cuando hay ACEPTACIÓN.

Una palabra que rodea mi vida con mucha frecuencia y que cada cierto tiempo me lanza su látigo, me hala hacia arriba y me muestra a su amiga: DECISIÓN.

¡Uy! Si entendieran lo que significan ambas palabras para mi el mundo fuera muy aburrido y no tendría sentido, pues por más que lo intente, nadie podrá entender al otro totalmente, mucho menos conocerlo. Sin embargo, me atrevo a decir que la aceptación y la decisión -más el verbo que el sujeto- siempre son sinónimo de fortaleza y madurez.


Es hora de seguir creciendo y eso me hace feliz. Aunque todavía necesite la botella de agua, sé que pronto detendré la bicicleta en la cima y comenzaré a descender, en caída libre para sentir como el viento refresca el espíritu y hace que mis labios dibujen una sonrisa.

Porque sé lo que guardo en mi bolso, desde mi descifro el camino y  solo me queda cerrar los ojos para no perderme y vivir plenamente, en caída libre.

14 agosto 2010

Rosario

Ella murió de tristeza.
Sí, de tristeza.
Su desánimo la llevó al olvido, al olvido de su propia vida.

Ella murió de tristeza, pero con la voz lejana de sus nietos.
Murió de tristeza, pero yo la recuerdo en alegría, en sus quejas y manías.
Ahora está tranquila.

Y la Guaira le pertenece.

12 agosto 2010

Soledad

Todo empezó con esta frase: 
          "Un punto de no retorno heredado de la soledad".


Llegó un día e inspiró lo que será mi segundo post en este blog, mi blog. Tiempo me llevó llegar a él, me resistía a escribir y los lápices fueron cayendo ante mi, dirigiendo mi mano sobre el papel. Leer el post de Víctor, con el cual me sentí tan identificada, fue el impulso máximo para subir estas palabras que surgieron en una noche de agitación mental e inclusive de locura (de esa que sientes no sales).

           Un punto de no retorno heredado de la soledad.
           Un ángulo perceptivo que se agudiza con la soledad.
           Puede ser tan seductora. Si te agrada su llamado permanece latente.


           No sé si es mi amiga, pero está ahí. 
           Sonríe, me rodea. Se muestra prepotente con todos sus obsequios.
           Un punto, un punto titilando en la sombras que no sabes si atraparlo.


           Seduce y confunde.
           Y dudas en dejarla, porque es fiel y grata compañía.
           Te hace exigente. Te muestra tal cual eres.
           Descubres quién eres, qué quieres, qué aceptas... qué dejas.


           Te interrogas si continuar o parar. 
           Te debates entre el egoísmo y el ceder.
           Cuestionas las leyes sociales y estableces tus reglas,
           y crees que algunos pueden seguirlas porque escriben en el mismo manual.


           Pero tal vez no. No puedes apartarte porque pocos leen ese manual.


           Y aunque crees no entender, 
           te cuestiones y creas enloquecer,
           mirarás e intentarás salir, porque lo quieres, lo sueñas...
      
           Pero no encuentras las ventanas.
           Abres la puerta y el viento la cierra, sin avisar, sin pronósticos.
           Necesitas la llave y el molde lo entregaste por partes, sin instrucciones de cómo recomponerlo.


           Te cuestionas.  Piensas.  Callas.  Recuerdas vivir, sentir y reír.
           Tranquilidad. Serenidad. Estás.