14 agosto 2010

Rosario

Ella murió de tristeza.
Sí, de tristeza.
Su desánimo la llevó al olvido, al olvido de su propia vida.

Ella murió de tristeza, pero con la voz lejana de sus nietos.
Murió de tristeza, pero yo la recuerdo en alegría, en sus quejas y manías.
Ahora está tranquila.

Y la Guaira le pertenece.

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